Uso estratégico de los medios de comunicación: una pieza clave para la victoria
Desde
el resultado de las elecciones presidenciales en Brasil, día 29 de octubre de
2018, nosotros los brasileños residentes en el exterior recibimos muchos abrazos
solidarios e incrédulos con la elección de Jair Bolsonaro. Y siempre aparece la
pregunta: ¿cómo ha podido pasar eso? ¿Cómo pudo la gente votar en este
candidato? Sin duda una de las claves para responder a esta pregunta pasa por
la comunicación. Y cuando decimos comunicación, no solo nos estamos refiriendo a
la idea tradicional de grandes medios de comunicación, sino también al
entendimiento del papel que juegan todos los procesos comunicativos, desde las
comunicaciones interpersonales hasta el uso de las nuevas tecnologías.
Por
tanto, el análisis no comienza en la campaña presidencial. Al contrario. El
análisis comienza años atrás cuando la conocida BBB (Bancada da Bala, Biblia e
Boi) se fue fortaleciendo día a día en las diferentes estancias del poder, tanto
a nivel municipal, como estadual y federal. Los discursos proferidos por los
representantes de estos grupos ganaron mucho espacio mediático en los medios hegemónicos
y tenían reductos concretos para perpetuar y fortalecer sus anhelos.
Entre
estos reductos podemos destacar el papel de las iglesias, donde los pastores y
padres, con discursos de defensa de los valores de la familia y de la
tradición, alimentaron y alimentan discursos básicos y apelativos. A partir de
estos discursos, presentaron las figuras que podían salvar Brasil de todo mal,
de los comunistas y de las personas que huyen de la lógica de familia
heteronormativa y tradicional. Fue así que terminologías sin sentido e
infundadas, como la tanto usada “ideología de género”, fueron ganando la boca
de mucha gente que reprodujo, sin menor conocimiento, la cartilla que les fue
mostrada. Fue así que mucha gente de bien fue comprando un discurso radical de
derechas. Fue así que muchas fake news tuvieron su espacio garantizado para perpetuarse
durante la campaña presidencial, pues muchos ya habían comprado e incorporado
aquel discurso y precisaban solo de un empujoncito para pasar la
"noticia" hacia adelante.
Imagen de la nube |
Otro aspecto relevante para entender como el actual presidente llegó al poder es
analizar sus estrategias de campaña. Bolsonaro utilizó estrategias similares de
uso de las redes sociales y oposición a los grandes medios de comunicación, de
forma similar a como hizo Donald Trump, asociado a estrategias de comunicación
frecuentemente utilizadas por regímenes dictatoriales como clave para el resultado.
Por cierto, las estrategias fueron muy bien pensadas y aplicadas para el
objetivo que tenían, aunque desde el punto de vista de la transparencia, ética
y respeto a las leyes electorales varias sospechas estaban en el punto de mira
de la justicia, principalmente las acusaciones de recibo de más de 12 millones
de reales de empresarios para propagar fake news vía whastapp.
Comunicar
es saber a quien dirigimos el mensaje y
la mejor forma de saber pasar nuestro recado. Por lo tanto, Bolsonaro apeló al
discurso populista y utilizó el descontento de muchos brasileños como las
acusaciones de corrupción del Partido de los Trabajadores (PT) y los problemas
de seguridad pública en el país para diseminar discursos antidemocráticos y
autoritarios como el Salvador da Patria. Además, construyó la imagen de ser un Mesías
(su nombre del medio), o sea, un legítimo Salvador de la Patria y gran pilar de
la ética y lucha contra la corrupción. ¡Listo! Con este escenario montado y un
gran electorado ya bien trabajado años atrás en las iglesias y otros reductos,
bastaba fomentar a los indecisos ya sedientos y ansiosos para ver la
alternancia de poder.
Otro
punto importante del juego fue la relación del candidato con los grandes medios
de comunicación. Desde el principio optó en huir del script y, asesorado por el
ex estratega de la Casa Blanca Steven Bannon, que trabajó con Donald Trump,
optó por una relación hostil con grandes vehículos de comunicación. Ya en su
primera entrevista de campaña en el Jornal Nacional (telediario de mayor audiencia
de Brasil) hizo amenazas a uno de los periódicos de mayor credibilidad del país
(Folha de São Paulo). Y fue así durante toda la campaña. Ataques y amenazas a
periodistas y medios de comunicación, siendo sus perfiles en las redes sociales
sus principales medios de comunicación con sus electores. Optó por no conceder
entrevistas a grandes medios de comunicación y por no comparecer en debates.
Una estrategia inteligente, pues la figura mítica construida podría ser fácilmente
deconstruida en un debate más profundo, incluso porque en las pocas entrevistas
que dio, quedó claro que no tenía conocimientos profundos sobre muchos puntos
claves para la política nacional.
Después
de ser elegido, la relación con los grandes medios de comunicación sigue en la misma
línea, siendo su primera rueda de prensa como presidente electo con periodistas
escogidos a dedo. La ceremonia de toma de posesión presidencial marcada por una
estructura y trato de los medios distante y limitado, que fue objeto de crítica
de corresponsales nacionales e internacionales.
Discurso en que Bolsonaro promete cortar el presupuesto publicitario de su gobierno. Foto: NELSON ALMEIDA/AFP |
Bolsonaro
presentó a Brasil una nueva forma de hacer campaña política pensada para nuevos
tiempos, pero que devolvió el país hacia tiempos antiguos. Tiempos en que los
derechos humanos y la libertad de expresión vuelven a estar en juego.
Leerlo en el boletin nº1 del 2019
Por Patrícia Rocha Domingues
(Des)gobierno de la intolerancia: vidas LGBT en riesgo
¿Qué cambia con Jair Bolsonaro en la presidencia?
Leerlo en el boletin nº1 del 2019
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(Des)gobierno de la intolerancia: vidas LGBT en riesgo
“Bolsonaro
ganará para extinguir a los maricas, esa gente sucia tiene que morir”. Fue lo
que escuchó la transexual Julyanna Barbosa el día anterior a las elecciones,
después de ser pateada y golpeada con palos en Rio de Janeiro.
Dos
días después, lo que sería una simple conversación de taxi resultó en amenaza
de muerte por parte del conductor. Al ser preguntado sobre su visión política,
Elói contestó que, por ser LGBT, tenía miedo por el nuevo gobierno; a lo que le
siguió un sermón bíblico, una agresión y una amenaza de empujarlo afuera del
vehículo en velocidad.
La
noche siguiente, una pareja de lesbianas denunció a la policía la recepción de
una carta con amenazas y un suástica. El remitente se identificó como integrante
del Movimiento Homofobia Ya y el texto afirmaba que el barrio “no acepta
actitudes inmorales” y que si la pareja no se marcha el movimiento “tomará
justa acción”.
Un
estudio de la Agencia Pública, en conjunto con Open Knowledge Brasil, demuestra
que hubo por lo menos 70 ataques de apoyadores de Bolsonaro entre los primeros
diez días de las elecciones; en el cual las víctimas eran mayoritariamente
LGBTs, negras y mujeres. Entre esas agresiones, algunas resultaron en muerte,
como el caso de Cacá, un peluquero de 57 años, que fue muerto a golpes en su
propia casa en Curitiba después de encontrarse con un hombre que conoció por
aplicativo. El mismo, con el celular de la víctima, pasó a enviar mensajes por
WhatsApp de “viva Bolsonaro” a los amigos de Cacá.
Es
de conocimiento general que la sociedad brasileña siempre ha sido homofóbica.
Datos del Grupo Gay da Bahia (GGB) apuntan que a cada 19 horas una persona LGBT
es muerta en Brasil, configurando el país que más mata LGBTs del mundo. Solo en
2018, alrededor de 420 muertes relacionadas con la LGBTfobia fueron
confirmadas. Entre ellas, pocas se refieren a lesbianas, una vez que, según
investigadoras de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, aún hay mucha
invisibilidad con la existencia lesbiana y por ende no se notifican los
crímenes relacionados a esa categoría.
Foto en Universidad brasileña
El
grupo lanzó a principios de 2018 el dossier “Lesbocidio”, término acuñado para
designar el homicidio de mujeres por el hecho de ser lesbiana. Por medio de las
redes sociales, de websites, de periódicos electrónicos y otros medios de
comunicación, fueron colectados datos situacionales de 110 homicidios y
suicidios ocasionados en la primera mitad de 2018.
¿Qué cambia con Jair Bolsonaro en la presidencia?
Conocido
por no temerle a lo designado “políticamente correcto” y exponer públicamente y
de forma explícita perjuicios que gran parte de las personas esconden; el
presidente logra conversar con sus electores y sus propias intolerancias de la
manera más verdadera y vulgar posible. Con ello, moviliza un resentimiento de
gran parte de la población debido a la conquista de derechos de las minorías
políticas históricamente vulneradas, en el cual estos son entendidos como
“privilegios”.
Desde
su primer mandato como diputado en 1991, Bolsonaro viene afirmando frases y
actitudes homófobas, como “me da asco, estos gais y lesbianas quieren que
tomemos como ejemplo su promiscuidad”, “si veo dos homosexuales besándose en
público les pego”, y “sería incapaz de amar un hijo homosexual, prefiero que el
muera en un accidente”. De igual manera, contrario al matrimonio homosexual, el
presidente critica su legalidad y se refiere a ello como una decisión para
colapsar la unidad y los valores familiares tradicionales.
El
peligro está arraigado. Bolsonaro, quien era un diputado burlesco e
insignificante hace pocos años, ahora es enunciado con orgullo en las mesas de
bar, en los domingos de familia, en el trabajo y en las calles; produciendo
miedo y preocupación entre los electores de oposición. En ese sentido, el
discurso de odio del presidente promueve la violencia y legitima los actos ya
cometidos por parte de un grupo más radical. Así, lo que en otro momento sería
considerado inadecuado o inmoral se transforma en socialmente aceptable, una
vez que, en discurso, reverbera por parte de la figura más importante de la
nación.
Pero
no es solo la violencia física que ha sido consecuencia de la ascensión de
Bolsonaro. Las agresiones verbales, que varían de insultos a palabras
despectivas a amenazas de muerte, dispararon con el clima electorero. La
Asociación Brasileña de Periodismo Investigativo registró 141 amenazas solo a
los periodistas que trabajaban en las elecciones. Para el colectivo LGBT no se
recogieron datos, pero cualquiera que desplazase el cursor por la timeline de
Facebook se encontraba con innúmeros relatos de agresiones y con centenas de
posts despreciativos hacia los LGBTs.
Aparte
de escenario para las agresiones virtuales, las redes sociales como el WhatsApp
y el Facebook fueron clave para la disputa presidencial. Como las mismas
tienden a contribuir para la formación de burbujas, se refuerzan las posiciones
políticas y se multiplican las voces antes irrelevantes. Es el ambiente
propicio para la externalización de las emociones e ideas más extremas, las
cuales se convierten en discursos agresivos hacia lo diferente. Al no funcionar
bajo las reglas de la vida real ni tampoco tener oposición, la barbarie se ve
instalada.
Protesta “Besazo” contra
Bolsonaro commons.wikimedia Brasil
Asimismo,
las redes sociales fueron esenciales para la circulación masiva de las llamadas
fake news, noticias falsas contra los opositores utilizadas para impulsar
campañas electorales. Una de las mayores fake news, responsable por hacer con
que gran parte de las personas neutras votasen en Bolsonaro, fue el denominado
“kit gay”. Este fue acusado de ser un kit de lectura sexualmente explícito
distribuido para niños de 6 años de los colegios públicos, en el cual la idea
sería la de “sexualizar a los niños” y “enseñarlos sobre la homosexualidad y la
ideología de género”.
En
realidad, se trata de un proyecto llamado Escuela sin Homofobia, en el cual el
candidato del Partido de los Trabajadores (PT) a presidencia y exalcalde de São
Paulo, Fernando Haddad, presentó en 2001, pero que jamás llegó a ser implantado
por presiones de la iglesia evangélica. El objetivo era educar a los profesores
para lidiaren con sus alumnos adolescentes sobre diversidad sexual, derechos LGBT
y lucha contra la homofobia. Aparte de ello, Haddad fue acusado de querer
distribuir teteras en formato de pene a niños preescolares, algo completamente
absurdo e inverosímil.
Además,
cabe resaltar la violencia institucional del nuevo gobierno, impulsada en gran
medida por el cristianismo; una vez que el propio presidente es católico
radical e interactúa de forma conjunta con los políticos evangélicos. Fruto de
esa conjunción fue el compromiso firmado con representantes de la iglesia
evangélica para promover el “verdadero sentido del matrimonio, la unión entre
hombres y mujeres”. El documento defiende que la familia sea “constituida de
acuerdo con las enseñanzas de la iglesia y el derecho de educar a sus hijos”.
En esta lógica nace el cambio del Ministerio de los Derechos Humanos al
Ministerio de la Familia, Ciudadanía y Derechos Humanos, comandado por la
pastora evangélica Damares Alves.
Adverso
a los derechos humanos, Bolsonaro no concibe la pauta LGBT en el nuevo
ministerio. En la medida provisional n° 870/19, firmada el día siguiente a su
toma de posesión, es citada la promoción de los derechos de la mujer, de la
familia, de la juventud, de la persona mayor, de las minorías étnicas y de la
persona con deficiencia, pero no posee ninguna citación con relación al
colectivo LGBT. En la práctica, ello configura una exclusión del colectivo en
lo que concierne a políticas públicas y derechos institucionales, en
contrapartida a lo que era promovido como derecho humano y encabezado como
pauta de secretaria desde 2001 con los gobiernos del PT.
Pantallazo de Instagram
Sin
embargo, este lamentable contexto no es una realidad especifica de Brasil. La
ascensión de la ultraderecha es evidente en América y Europa, desde Paraguay a
Polonia, de Trump a Le Pen, del neonazismo sueco a VOX. Hace pocos días el
primer centro LGTBI de Cataluña amanecía con la puerta destrozada y escritos de
“Estáis muertos”, “Fuck LGBT” y una cruz celta, símbolo nazi.
El
momento político es global. Así como la LGBTfobia, pese a sus evidentes matices
a depender de la cultura y región. De modo que es necesaria la internacionalización
de las acciones y solidaridad entre países, para que finalmente podamos
entender que todo está conectado y que, en intensidades y de formas distintas,
el mundo camina en estructuras similares. No hay momento para el desánimo ni el
miedo, el tiempo ya ha demostrado que la historia es cíclica, que no hay
derecho asegurado y ni tormenta que no acabe.
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