MANIFIESTO
#ForaBolsonaro - Por la vida y la democracia en Brasil
Somos
las Mujeres Brasileñas contra el Fascismo y el racismo (Barcelona), una
asamblea de brasileñas en la diáspora, feminista, diversa, antirracista,
decolonial y suprapartidista. El primer acto de las primeras integrantes del
grupo de las MBCF tuvo lugar aquí mismo, en la Pl. Sant Jaume de Barcelona,
tras el asesinato de la concejala brasileña Marielle Franco, en marzo del 2018,
pero la asamblea nació en septiembre de este mismo año con el movimiento
#EleNão, realizado por mujeres brasileñas en muchos países del mundo, ante el
peligro de que la extrema derecha, con su discurso de odio y claramente
fascista, entrara en las instituciones brasileñas.
No
paramos de luchar de forma unitaria, desde el minuto cero de ese gobierno
genocida, etnocida, ecocida y corrupto.
La
entrada de Bolsonaro a la Presidencia de Brasil fue una terrible noticia para
la democracia, la convivencia, la vida y los derechos humanos. Perjudica a la
gran mayoría de la población brasileña, incluso, a la mayor parte de las
personas a las que les han engañado para votar al Bolsonarismo.
No
nos resignamos ante la llegada a la Presidencia de la República de un grupo de
personas que alberga fascistas y neonazis, muchos de ellos, militares de la
época de la dictadura en nuestro país.
En
Brasil, los partidos y organizaciones fascistas y de extrema derecha continúan
siendo una amenaza seria. Esas fuerzas tratan de fortalecerse cada día. La
extrema derecha ataca los derechos de las personas LGTBIQA+ y de las mujeres en
general, como un elemento clave en su intento de hacer retroceder los derechos
de todas las personas. Tenemos que ofrecer una respuesta unitaria ante estos
ataques, sin dejar ninguna posibilidad de promover su odio.
En
Brasil se ha producido una enorme crisis en muchos ámbitos desde que empezó el
gobierno de extrema derecha de Jair Bolsonaro, y es una constante la
reivindicación de derechos y la demanda de justicia y equidad, especialmente de
los sectores más desposeídos y discriminados de la población y también de
organismos de defensa de los derechos humanos.
Durante
el gobierno de Bolsonaro, fueron enviados al presidente del Congreso de
Diputados, 148 pedidos de impeachment, firmados por más de 2000 personas
y más de 550 organizaciones brasileñas.
Los profesionales de la Salud denunciaron a Bolsonaro por genocidio y
crimen contra la humanidad ante el Tribunal de La Haya. De hecho, una coalición
de 60 entidades pide la condena de Bolsonaro por su manejo de la pandemia, por
obviar las pautas para frenar la epidemia de la COVID-19 e implementar
políticas de exclusión contra los pueblos indígenas. La Articulación de los
Pueblos Indígenas de Brasil pidió a la Corte Penal Internacional que investigue
a Bolsonaro por su política anti-indígena, a la que califican de genocidio y
ecocidio.
Bajo
el mandato de Jair Bolsonaro, la deforestación en la selva amazónica es, de
lejos, la mayor del mundo, llegando hasta el nivel más alto en más de una
década. La destrucción, que ha sido impulsada por los madereros que despejan la
tierra para la cria de ganado y para las operaciones mineras ilegales, provocó
la indignación mundial en 2019, cuando enormes incendios forestales hicieron
estragos durante semanas. Y es que un 40% de la Amazonia está en riesgo de
convertirse en una sabana, hay récord de deforestación en una década y, en el
último año la deforestación en la selva se igualó, en tamaño, al Líbano,
creciendo en un 9,5%.
Durante
la pandemia han muerto más personas negras e indígenas que otros grupos de la
población brasileña porque no han recibido la atención a la que legalmente
todas tenemos derecho. Varias organizaciones de la sociedad civil,
representantes de los Pueblos Indígenas y Quilombolas y algunos partidos se
manifestaron ante la Corte Suprema para reivindicar y denunciar que el gobierno
Bolsonaro ha fracasado y no ha logrado combatir la enfermedad en aldeas y
quilombos. Solicitaron al Tribunal Supremo que obligara al Ejecutivo de
Bolsonaro a cumplir con sus mandatos constitucionales en cuanto a la salud de
estos grupos.
Las
poblaciones quilombolas, descendientes de las personas esclavizadas que huyeron
de la servidumbre, de la violencia y de la muerte, históricamente han sido
discriminadas y sufren el peso del racismo estructural, institucional y
ambiental vigente en Brasil. El resultado de este proceso se refleja en las
peores condiciones de salud, saneamiento, educación e infraestructura presentes
en más de 5.500 comunidades auto declaradas, repartidas por todo el territorio
brasileño. En el caso del covid-19, la mortalidad entre quilombolas puede ser
hasta cuatro veces mayor que en la población general, según datos recopilados
por la Coordinación Nacional de Coordinación de Comunidades Rurales Quilombolas
Negras.
Brasil
es uno de los países con mayores disparidades sociales del mundo, lo que,
sumado a la falta de planificación por parte del gobierno de extrema derecha de
Jair Bolsonaro para enfrentar la pandemia, se convierte en un "cóctel”
perfecto para que el desarrollo de la actual crisis de salud aumente las
inequidades étnico-raciales y económicas existentes.
Brasil
vive una enorme escalada del número de grupos neonazis: del año 2015 al año
2021 han pasado de 75 a 530, según el monitoreo realizado por la antropóloga
Adriana Dias, que lleva veinte años investigando las actividades de esos grupos
en Brasil. También vive un aumento exponencial de denuncias de discursos de
odio y violencias, que exaltan esa ideología de extrema derecha, con el
consecuente aumento de investigaciones policiales del crimen de apología del
Nazismo.
Según
la antropóloga, la presencia del neonazismo en Brasil ha crecido mucho y ha
ganado visibilidad a raíz del discurso y de las acciones de Bolsonaro. De
hecho, en sus investigaciones, encontró una carta en la que Bolsonaro agradecía
el apoyo a los partidarios radicales neonazis, publicada en la web neonazi
Econac: “Todo el retorno que recibo de los anuncios se convierte en un estímulo
para mi trabajo. Sois la razón de la existencia de mi mandato”.
Todo
eso refuerza los vínculos históricos del mandatario brasileño con esa ideología
y también refuerza la afirmación de que la base del bolsonarismo es neonazi, y
cada día hay más evidencia del coqueteo, pasado y presente, del presidente Jair
Bolsonaro con el nazismo y de sus fuertes lazos con una ideología totalitaria y
mortal.
El ministro de Defensa de Brasil, se estrenó con elogios y
celebración al golpe militar de 1964, la dictadura brasileña; el ex secretario
nacional de Cultura, Roberto Alvim, emuló en video institucional a Joseph
Goebbels.
Bolsonaro se considera a sí mismo un nacionalsocialista,
demuestra desprecio por la democracia, el estado de derecho y el propio sistema
parlamentario, y coquetea frecuentemente con el cierre de los poderes de la
República y la instauración de una dictadura. Sus hijos y sus seguidores más
cercanos ensalzan las alianzas con el partido alemán de extrema derecha, que
defiende los ideales nazis. De hecho, en 2018, David Duke, exlíder del Ku Klux
Klan, dijo en una entrevista sobre Bolsonaro: “Él suena como nosotros".
Y no
podemos olvidarnos de que la familia Bolsonaro es muy cercana a VOX, de hecho,
el hijo Eduardo Bolsonaro es “garoto propaganda” de la Carta de Madrid en toda
Latinoamérica, ese alegato de la extrema derecha española. Santiago Abascal ha
estado en Brasil para hacer buenas migas con Bolsonaro.
Hoy,
7 de septiembre, a 200 años de la proclamación de la independencia del Brasil,
destacamos las palabras del profesor Silvio Almeida, jurista y presidente de la
Fundación Luiz Gama:
"Brasil
nació como nación, forjó su primer discurso sobre quiénes eran sus pueblos,
creó su primera literatura, forjó su derecho, sostuvo su monarquía, en un país
que se asentó en un pacto violento de todos contra las personas esclavizadas.
Además, la formación económica y social brasileña permitió que la esclavitud se
extendiera por todo el tejido social, formando una amplia masa de personas
interesadas en mantener la esclavitud y su estabilidad. Por lo tanto, la
superestructura político-jurídica, el liberalismo brasileño, sustanciación de
este pacto, pasó por la unión de amplios sectores contra las personas
esclavizadas.”
Pero
si algo debemos recordar y celebrar este 7 de septiembre es la abolición de la
esclavitud, que fue el resultado de un complejo proceso histórico en el que las
personas esclavizadas jugaron un papel político fundamental. Comprender la
relevancia de este proceso en la constitución de la sociedad brasileña es tarea
de toda la población brasileña.
Y
nuevamente, nos dice el profesor Silvio Almeida: “No nos dejemos atrapar por
las trampas de nulidades políticas que solo quieren provocar indignación. Son
marionetas cuya irrelevancia sentirán al final de este período oscuro cuando
sean abandonados en el camino por los racistas que apoyan. Alabemos a las
ancestras que llevamos en el pecho, que nos piden que las superemos, que seamos
mejores, que lleguemos más allá. ¡Viva Zumbi dos Palmares! ¡Viva Dandara y la
lucha negra! ¡Viva los Pretos Velhos, que encarnan sabiduría y ancestralidad!”
Hoy,
7 de septiembre, a 200 años de la independencia, destacamos las luchas sociales
de la población afrodescendiente, de los Pueblos Indígenas, del Pueblo Gitano,
del campesinato, de las trabajadoras, y enfatizamos que nos tenemos que unir
para desafiar la amenaza del populismo racista, la extrema derecha y el
fascismo.
En
este 7 de septiembre, nosotras: MBCF, hacemos la misma pregunta que el “Grito
de los Excluidos e de las Excluidas”: "¿Independencia para quién?”. Reiteramos
nuestro compromiso de lucha contra el fascismo, por la igualdad, el respeto a
la diversidad, y defendemos que sin democracia no hay Independencia. ¡Por
el derecho a la alimentación, a la vivienda, al trabajo y a la democracia!
Em outubro vamos comemorar o fim desta
terrível presidência, mas não vamos nos iludir: El bolsonarismo persistirá.
¡La
lucha contra el neofascismo debe continuar!
¡Resistiremos,
y venceremos!
Fora
Bolsonaro!
Ele
Não! ¡Él No!
Marielle Presente!
(Manifiesto del 7 de septiembre del 2022)
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